jueves, 26 de noviembre de 2009

DI-a-lógo(s)

Cartas a Adrienne (y rsptas)
***
G-Ahora me doy cuenta que se ve que tengo problemas con los significantes: los cambio a mi gusto y placer, y después les invento el significado que necesito.

A-Sabés, creo que el trabajo de un filósofo, si se le puede llamar trabajo, es salirse de los significantes e inventar el significado que necesita para construir con fundamento teorías, haciendo que la metafísica y la ética o la moral (como si de hecho fueran entidades de peso ontológico) pasen bien, como la budweiser, a través del fino embudo de las palabras hasta los oídos de quienes crecen en sociedad con lenguaje y ven la realidad modelada por el pensamiento justamente deudor del lenguaje, una realidad entonces cargada de teoría, teoría impuesta y anclada al corazón como la creencia misma de que la realidad existe más allá de nuestra existencia.
En fin, lo que para vos son problemas, para otros son los recursos y las herramientas de la totalidad de su carrera y de sus vidas. Eso como que relativiza todo, ¿no? Igual es mi metavisión de la gente de filo, como tanta metavisión de quien mira de dentro, probablemente sea equivoca o, al menos, parcial, y todos los filósofos sean en verdad muy diferentes de lo que establece mi acotada universalización.

G-Más allá de si es tu acotada universalización de lo que en verdad es un filósofo, suena excesivamente interesante el pasar los significados "por el embudo del lenguaje". Ahora, me va a tener que explicar donde está la boca ancha y dónde la fina, porque según algunos futuros colegas psicólogos, nosotros mismos ya somos lenguaje. Que cagada con la dialéctica, somos, estamos, somos siendo y estamos estando... ¿sabes lo que me leyó hoy un amigo? Algo así como "el problema de por qué los filósofos se vuelven locos es que piensan demasiado, es decir, utilizan sólo las herramientas de su lóbulo frontal y se olvidan de todo lo demás. Para comprender, hay que usar el CUERPO en su totalidad"

A-Para comprender, amiga, quizá haya que vivir más y pensar menos.

domingo, 22 de noviembre de 2009

D'oh

“…estoy observándote ahora que Dios está ocupado en no existir…”


Homero Simpson













(malísimo capítulo, pero bue')

martes, 17 de noviembre de 2009

The show must go on my friend

Empty spaces - what are we living for?
Abandoned places - I guess we know the score...
On and on!
Does anybody know what we are looking for?

Another hero - another mindless crime.
Behind the curtain, in the pantomime.
Hold the line!
Does anybody want to take it anymore?

The Show must go on!
The Show must go on!
Inside my heart is breaking,
My make-up may be flaking,
But my smile, still, stays on!

Whatever happens, I'll leave it all to chance.
Another heartache - another failed romance.
On and on...
Does anybody know what we are living for?

I guess i'm learningI must be warmer now...
I'll soon be turning, round the corner now.
Outside the dawn is breaking,
But inside in the dark I'm aching to be free!

The Show must go on!
The Show must go on!
Inside my heart is breaking!
My make-up may be flaking...
But my smile, still, stays on!

My soul is painted like the wings of butterflies,
Fairy tales of yesterday, will grow but never die,
I can fly, my friends!

The Show must go on!
The Show must go on!

I'll face it with a grin!
I'm never giving in!
On with the show!

I'll top the bill!

I'll overkill!

I have to find the will to carry on!

On with the,

On with the show!

The Show must go on.

Queen

martes, 10 de noviembre de 2009

Fabiana

Es una linda mujer, joven aún, andará por los cuarenta, una pena, tanta enfermedad. Sus rasgos siguen tan firmes como cuando entró por primera vez a la clínica. La suave curva frente-nariz, característica de su familia materna, le achata la expresión endulzando aquellos intensos ojos oscuros a penas rasgados. La ceja izquierda, siempre un poco más altanera que la derecha, comienza a mostrar algunas canas, canas que en su cabello se esconden de la mirada ajena, a pesar del corte-hospital que luce desde hace ya tanto tiempo. Antes, se jactaba de su larga melena castaña con destellos rojizos. Antes.

¿Qué tiene? Todavía no lo sé, tengo que preguntar a algún psiquiatra. Algún grado de esquizofrenia, una desconexión importante con la realidad, un mundo virtual interior al que ni yo puedo acceder. Está internada hace unos años. Por momentos, se conecta con el mundo e interactúa con otros, pero por lo general vive en una burbujita, en ella misma, sola solita. El mundo de Fabiana. Ella es su mundo... O su mundo no es más que ella misma. Ella su única realidad. Fabiana igual Fabiana. A=A. Fabiana tautológica. No hay asimetría epistémica posible, o, si la hay, es solo en virtud de su propio desdoblamiento. A=/=A. Pero un desdoblamiento que, lejos de constituirla, la desintegra en cada vez más partículas de pura nada, partículas coherentes de un algo tan incoherente que linda de más en más con la irreversible locura, tanto tanto, hasta que ya nada quede ni siquiera de esa nada.

Fabiana. No hay criterio de corrección intersubjetivo, no hay error por comparación con un algo otro, no hay triangulación, no hay contraste con una realidad objetiva. Ella es lo subjetivo hecho objetivo al rojo vivo. Es la realidad de lo interno. O un pequeño mundo, tan rico, tan lleno de contrafácticos y de estructuras ontológico-conceptuales, un pequeño mundo dentro del mundo de tantos otros munditos que se autocrean y autoconservan sólo por creerse ¡ay, ellos! tan consciente de ser y no por ser, ni por el hacer trascendente de salirse de sí y conocer al Otro. Fabiana. Una mirada plegada infinita e ilimitadamente para adentro, lo absoluto de la voz interna.

Y escribe. Tiene un cuaderno donde anota pensamientos cuyas palabras no refieren a nada (o quizá a todo, a todo aquello que tiene existencia en sí misma como mónada) pero significan. Significan para ella, vaya a saber uno qué significan para ella. Significan para nosotros, y de esto sí podemos decir que sabemos qué significan. ¿Qué significan? Signos de una patología, signos de una inteligencia perdida, signos de una locura ermitaña y errante en un vasto mundo de ideas trascendentales tan cercano y tan invisible al individuo social y rutinario que no busca la verdad sino que construye todos los días fragmentos de sentido para legitimar que sigue con vida.
***
Tal vez, en algún cajón perdido de esos en los que se suele guardar todo lo que veremos “más adelante”, de ella queden sus fragmentos, fragmentos o garabatos en hojas amarillentas con olor a madera vieja y a empapelado húmedo, fragmentos que algún familiar guardó por temor a perder la pérdida misma.

Los fragmentos de Fabiana. Él. Su conciencia. Su alteridad.