domingo, 26 de junio de 2011

Latino américa, pura pasión

Así nos muestran las películas yanquis y muchas pelis europeas, como personas de pasiones exacerbadas, incontrolables, directoras de nuestras acciones. En contraposición a éste, el que conciben nuestro modo de ser, la acción dirigida por el pensamiento racional, controlador del grado de las pasiones, ordenador de las emociones. Y aquí se juega una distinción filosófica clásica entre pathos y logos.
Mi pregunta, hecha de manera algo ingenua y por supuesto mediante un uso muy elemental de los términos:
Estamos atrapados por esta distinción antiquísima al querer distinguir una acción de índole impulsiva de una premeditada o es que en verdad pasión e impulso no pueden ser pensados por separado? Necesariamente lo racional no es pasional?
(un ej. burdo de que razón y pasión no son excluyentes: cómo se llama cuando una persona asesina, de manera deliberada y premeditada, a otra por un motivo pasional? Evidentemente no es impulsivo, pero sigue tratándose de pasión (si es que pensamos lo emocional como pasión), sólo que una pasión atravesada por la razón. Hay que tener cuidado con la identificación de conceptos. Cómo se llama cuándo un médico, un profesor orienta su pensamiento a lo que más le apasiona (idealmente hablando, cuidar y curar a los pacientes, transmitir conocimiento y motivar el aprendizaje) y actúa en virtud de ello? Sin pasión, este desempeño no sería satisfactorio (sin pasión, sólo veo un gris homogéneo cubriendo los aspectos de nuestras vidas y la consecuente sensación de vacío, de sinsentido).
Hoy podemos mencionar la dualidad pasión/razón en cuanto a los recientes sucesos en el fútbol Argentino, pero lo podemos extender al funcionamiento del sistema político, de las instituciones, de las relaciones cotidianas en los diferentes niveles... Y volviendo a la imagen que proyectamos en otros continentes, hay extranjeros que aman la inestabilidad que se vive en los países de Latino américa justamente porque, sujetos a la pasión, los acontecimientos son impredecibles y se vive en una adrenalina permanente. Otros extranjeros califican este modo de vida como "barbarie", "propio del "subdesarrollo"", etc... Pero en verdad somos una sociedad pasional o se juegan cuestiones mucho más complejas que el mero desborde emocional...?
En relación a esta pregunta, quisiera citar un parrafito (aunque se aleja del planteo específico) y saber qué piensan:
"Hay un elemento en la cultura política de América Latina que hace que el poder regulador de la ley y las normas sea aún más relativo. Una frase conocida de Getúlio Vargas ilustra esta relación con la ley: "para mis amigos todo, para mis enemigos la ley" (en O'Donnell 2002). Estados corruptos y dictatoriales han hecho poco favor a la formación de una cultura política que se organice en torno a un orden normativo; como señala Guillermo O'Donnell, la ley parece en nuestras sociedades hechas para los débiles, para los tontos, para los que no pueden escaparse de ellas, y la impugnación muchas veces se procesa como transgresión y no como respuesta organizada e institucional para volver más democráticas las normas."
[Flavia Terigi, FLACSO]
Tomemos la frase de Getúlio Vargas como pasional: "a quienes quiero, les permito todo". El ejemplo clásico: las posibilidades de inserción laboral y de crecimiento pasan por las relaciones personales, por los sentimientos de quienes detentan el poder, por la emoción. No nos asombra esta frase, ya que la vivimos cotidianamente. Pocos son los lugares laborales en los que se ingresa por mérito, en particular, los puestos en el Estado. Sabemos todos que acá se manejan las cosas por contacto, que la estrategia es ser divino con todos para generar una red de contactos y conseguir beneficios. No estoy generalizando, claro que hay muchas excepciones, pero son las que confirman la regla. Y quienes se atienen a lo legal son los pobres idiotas que no entendieron los códigos de funcionamiento del sistema y los que terminan atascados entre piedras haciéndose mala sangre mientras los demás viven relajados jugando con las normas implícitas que son las que de hecho están vigentes. Y henos aquí, los pobres idiotas idealistas, creyendo que por persistir en la conducta de no actuar como la mayoría vamos a poder cambiar el mundo...

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